Entre los nombres más populares con los que miles de padres llamaron a sus niñas en el año 2020, uno que encabeza la lista es María. Este nombre ocupa las primeras posiciones desde hace décadas. Para que sepan, María ha sido traducido en casi todos los idiomas del mundo. Tiene varios significados; excelsa, elegida y la madre de Dios, entre muchos otros. ¿Quién no tiene entre su familia o conocidos a alguien que se llame María en cualquiera de sus versiones? En mi caso, soy la orgullosa tía de cuatro sobrinas y todas llevan como segundo nombre Marie. Ese nombre internacional me saltó a la mente cuando andaba en busca de un segundo nombre para mi perri-hija Fiona. Se escuchaba nice, por eso de seguir la tradición familiar. Pero respetando que cada cual debía mantener su identidad, Fiona terminó siendo Mía y no Marie como las demás.
María y Marie son para mí el ayer y el mañana. Representan la seguridad de los años y el desafío al que se exponen los novatos en cualquier liga. También simbolizan los sueños y la transformación. En ellas dos pensaba mientras, aún en tierra virgen, recorría los caminos que dieron vida al proyecto Gautier Benítez en la ciudad criolla de Caguas. El candente sol, típico de un perfecto día de playa, me dio los buenos días y me acompañó durante las casi dos horas que tardé en completar el trayecto.
“¡Saludos!, yo soy quien le va a mostrar los avances del proyecto, ¿está lista?” me preguntó un hombre mientras se acercaba a mí. Lo miré para devolverle atenta el saludo y agradecerle su disposición. ¿Me creen si les digo que si lo vuelvo a ver quizás no lo pueda reconocer? Es que el hombre estaba cubierto casi por completo. Llevaba botas, casco, guantes, pantalón largo, camisa de manga larga, gafas de protección y doble mascarilla como medida preventiva del COVID. Muy pacientemente, me fue explicando cada uno de los detalles de lo que sería este importante complejo de viviendas que albergará bajo una misma comunidad a personas mayores como doña María y a familias que muy probablemente tengan entre sus miembros a una niña llamada Marie.
Cuando llegamos al corazón del proyecto, donde ubicará una égida con 200 unidades para adultos mayores, me pude imaginar la felicidad que sentirán estos viejos, como le decimos de cariño, al poder disfrutar sus últimos años tranquilos en una vivienda digna, dejando a un lado la soledad para abrazar la vida en comunidad. A Doña María no le faltará nada, pues las unidades vienen con todo incluido, ready to move. También podrá ejercitarse en el gimnasio, disfrutar de eventos sociales en un salón de actividades diseñado para satisfacer sus necesidades y hasta observar, desde un fresco gazebo, las maravillas de la naturaleza.
Solo había recorrido un cuarto del Proyecto que recientemente inauguró su primera parte bajo el nombre Villas at Emerald Vista gracias a los fondos CDBG-DR que se le otorgaron mediante el Programa Brecha de CDBG-DR de los Créditos Contributivos de Vivienda por Ingresos Bajos. Entonces pude ver los otros 238 apartamentos perfectos para personas solteras o familias como los futuros papás o tíos de la niña Marie.
El sol seguía azotando y la camisa del hombre lo iba evidenciando. Entramos a los apartamentos del Bloque I, allí media docena de empleados retocaba detallitos en las escaleras, ventanas y algo relacionado a la electricidad. Aprovecharon mi visita para hablarme de las bondades del proyecto con la misma elocuencia que usa un vendedor como estrategia cuando quiere cerrar una hipoteca. Por lo que vi, di por buenas sus palabras y acá entre nos, les creí.
El proyecto es uno visionario. Está clasificado como green building, cuenta con sistema de aislación para garantizar mayor ventilación y mejor funcionalidad para los aires y los abanicos. También tiene generadores eléctricos, cisternas de agua, placas solares, hidrantes contra incendios, provisión para cable tv e internet y el VIMS System para evitar los temibles escapes de gases.
Seguí mi recorrido y observé entre la nube gris creada por el polvo, las varillas y el cemento, a un ejército de 250 hombres, quienes en franco desafío al COVID, trabajaban afanosos bajo el sol para levantar este importante complejo residencial. Aunque no lo imaginan, ellos no solo construyen viviendas, también construyen sueños.
No importa si es doña María o Marie, no tiene relevancia el referirnos a don Paco o a José, más bien se trata de la oportunidad única que les brindará este proyecto a los integrantes de la edad dorada de conectar con el resto de la comunidad. Lo especial de este proyecto que tiene como apellido, desarrollo económico, no son sus paredes altas sino la esperanza que con él se levanta.
Villas at Emerald Vista tiene su singularidad. Será un espacio perfecto para que converjan la mezcla de conductas demográficas con el ritmo incesante del cambio y se convertirá en el escenario idóneo para deshilvanar la desigualdad, los prejuicios y la indiferencia, producto del constructo social que trae consigo la brecha generacional de un pueblo que aún no quiere despertar. Faltan algunos meses para completarse en su totalidad y, por mi parte, unas cuantas visitas más. Mientras tanto, esta será mi asignatura pendiente…